BALLET NACIONAL DE ESPAÑA 24-25

Ballet Nacional de España - BNE

UN ESPECTÁCULO INSPIRADO A PARTIR DEL IMAGINARIO DE RUVÉN AFANADOR.

Inspirado y fascinado por los libros Ángel Gitano y Mil Besos no podía yo limitarme a copiar tanta belleza. Las magistrales sesiones fotográficas de Ruven Afanador en Andalucía son irrepetibles: es irrepetible la alquimia que allí se dio entre el fotógrafo y figuras del carisma de Israel Galván, Matilde Coral, Eva Yerbabuena, José Antonio o el mismísimo Rubén Olmo.

Mi viaje empieza donde terminan aquellas sesiones, y cuando termino de soñar con ellas, incapaz de recordar los detalles completos o de someterlos a una lógica que se ha perdido por el camino, aparece el afán del despertar.

Afanador eclosiona en la tensión entre la fascinación que se emana de las fotos de Ruven Afanador, y mi propia fascinación por todo el misterio, tan diurno y a la vez tan nocturno, que en su día fascinó a Ruven.

Estudié fotografía y soy nieto de fotógrafo. Aunque nunca me dediqué profesionalmente a la fotografía siempre la tuve muy presente en mi trabajo como creador de mundos y director de escena. Con su impresionante labor de escenificación y evocación de la imagen, Ruven Afanador me ha impulsado a reflexionar sobre el parentesco vital entre composición fotográfica y coreográfica: el desafío carnal que es, en ambas, capturar la vida – eso, que, por definición, no se deja capturar.

Ruven Afanador observa el flamenco a través de una lente deformante, hecha de sueño, deseo y memoria. Si los elementos de la tradición son tranquilizadores por definición, ¿qué ocurre cuando estos se vuelven extraños e irreconocibles? La mirada surrealista de Afanador sobre el flamenco es muy parecida a la mirada sobre el mundo que ha nutrido en estos años mi trabajo al mando de La Veronal: no representar el mundo que existe sino inventar uno nuevo.

Hablando de cine, Estrella de Diego, que cito libremente, dijo: “Habría que entrar sin premeditación en el ámbito oscuro, con la película empezada, sin conocer de antemano el programa, arrastrados por el azar. Habría que sentarse, abandonarse a los sentidos sin prepararlos, sin dirigirlos por opiniones ni sinopsis. Habría que ir al cine en busca de algo que no fuera la historia que se cuenta. Saber que en el cine, como en la vida, uno siempre acaba por identificarse consigo mismo, nunca con el personaje ni con la trama”.

Me gustaría que la gente entrara así a vernos, como en ciertos sueños, donde reconocemos los lugares, las personas, los paisajes y, sin terminar de comprender qué les sucede, sabemos que hablan de nosotros.

Marcos Morau

Período de exhibición

10 julio a 20 julio